Por: Lic. Pedro Acosta – Politólogo paraguayo.
Ciudad del Este amaneció hoy convertida en el epicentro de un terremoto político. Los resultados de las elecciones municipales parciales confirmaron lo que ya se palpaba en las calles: el cansancio del pueblo esteño frente a estructuras partidarias desconectadas y un liderazgo departamental que perdió contacto con la realidad.
El conteo oficial fue categórico: Pereira Mujica, del movimiento independiente Yo Creo, obtuvo 11.792 votos (69,71%), mientras que Roberto González Vaesken, del Partido Colorado, alcanzó 4.660 votos (27,55%).
La diferencia de 7.132 votos representa una derrota cívica contundente para el coloradismo en la capital de Alto Paraná.
Una jornada de tensión y movilización ciudadana
La
elección se desarrolló en un clima de nerviosismo, vigilancia y confrontación
por el control de las mesas. Movimientos independientes, organizaciones
sociales y militantes de distintos puntos del país se concentraron en Ciudad
del Este con el propósito de garantizar la transparencia del acto electoral.
La jornada exhibió no solo la movilización del oficialismo municipal, sino también la activa presencia de fuerzas locales —entre ellas el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) de Ciudad del Este, que respaldó públicamente la candidatura de Pereira Mujica—. La militancia territorial fue intensa y, en algunos puntos, se mezclaron protestas, escraches y celebraciones, en un ambiente marcado por la exigencia ciudadana de cambio y vigilancia popular sobre el proceso.
Pereira Mujica: el candidato del Yo Creo y
aliado liberal
Pereira
Mujica no irrumpió como un outsider, sino como dirigente del movimiento Yo
Creo, cuya estructura política se articuló con el respaldo orgánico
del PLRA local y otras fuerzas opositoras.
Su triunfo fue el resultado de una alianza cívico-partidaria que supo interpretar el malestar ciudadano y ofrecer un relato creíble de reparación institucional. Más que promesas vacías, la campaña transmitió un mensaje de renovación moral y eficacia administrativa, conectando con una población harta de la vieja política.
El Partido Colorado: oposición desarticulada y sin
narrativa
Cabe
recordar que el Partido Colorado no gobierna la Municipalidad de Ciudad
del Este desde hace seis años. En esta elección, actuó como fuerza de
oposición, lo que hace aún más notoria la magnitud del revés.
La derrota de González Vaesken no solo fue un fracaso electoral, sino también la evidencia de un partido desorganizado, sin narrativa ni conducción, incapaz de disputar el territorio político con eficacia.
El candidato intentó recomponer las corrientes internas, pero se topó con el
desinterés de las bases y la falta de credibilidad en su liderazgo.
Landy Torres: el rostro visible del colapso
colorado
En el
centro de la crisis colorada en Alto Paraná emerge la figura del gobernador
César “Landy” Torres, señalado por su responsabilidad en la desmovilización
partidaria.
Su gestión, caracterizada por promesas incumplidas y una relación distante con la dirigencia local, erosionó la confianza interna y dejó al partido sin capacidad de reacción.
Donde debía existir conducción política, hubo vacío; donde debía
sostenerse la lealtad tradicional, reinó la desafección.
El colapso electoral del coloradismo en Ciudad del Este no se explica sin la pérdida de ascendencia de Torres, cuya imagen hoy simboliza el agotamiento de un ciclo político.
Castigo, esperanza y condicionalidad
El triunfo de Pereira Mujica expresa al mismo tiempo un castigo electoral y una advertencia política.
Los esteños sancionaron liderazgos y prácticas, pero también depositaron una
esperanza condicional: la legitimidad otorgada dependerá de los resultados.
La ciudadanía que votó por Yo Creo y su coalición de apoyo espera transparencia, eficacia y ruptura con el desgobierno. Si esas expectativas no se cumplen, la paciencia popular será corta.
Implicaciones nacionales y la urgencia de una
autocrítica
Más allá
del ámbito municipal, lo ocurrido en Ciudad del Este tiene proyección
nacional.
La derrota colorada, incluso actuando como oposición local revela problemas
estructurales profundos: desconexión con la base, liderazgos agotados y una
narrativa política sin atractivo simbólico.
Si la dirigencia colorada no asume este resultado como un llamado a la autocrítica y la renovación, las elecciones de 2026 podrían representar un escenario mucho más adverso para su histórica hegemonía.
Conclusión: la soberanía del hartazgo y la
exigencia del porvenir
Ciudad del Este no solo eligió a un nuevo intendente: emitió un mandato moral.
El mensaje es claro: no más tolerancia con la ineficacia ni con los
liderazgos simulados.
Pereira Mujica asume con una mayoría sólida y una exigencia implícita: gobernar con resultados visibles y de cara a la ciudadanía.
El Partido Colorado, en cambio, deberá reconstruir sus vínculos, revisar sus
errores y entender que la política ya no se sostiene únicamente en redes
clientelares, sino en credibilidad y coherencia.
En Alto Paraná, el desgaste de figuras como Landy Torres reclama respuestas que aún no aparecen.
Ciudad del Este habló, y su voz fue algo más que un resultado electoral: fue un aldabonazo de la ciudadanía contra el poder tradicional.
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