Por el: Lic. Pedro Acosta
En el escenario político paraguayo, se vislumbra un horizonte con señales claras de transformación económica. El gobierno de Santi Peña marcó un hito al reducir los precios de los combustibles, un gesto que alivió a la población y reavivó la esperanza de llegar a fin de mes en un contexto en el que las dificultades económicas se hacen palpables en las calles y los mercados. Sin embargo, aunque este esfuerzo fue valioso, la canasta básica familiar aún no ha mostrado signos de alivio para los consumidores, lo que subraya la necesidad de un enfoque más amplio en la economía paraguaya.
En este contexto, el compromiso del gobierno actual es la creación de empleo, y en ese sentido, las maquiladoras se presentan como un actor clave en esta nueva etapa. Si bien es loable la intención de proporcionar empleo a los paraguayos, es importante evitar caer en una trampa potencial: convertirnos en meros fabricantes de productos para países desarrollados, sin control sobre la dirección de nuestras propias empresas.
¿En qué consiste esta trampa? En no perder de vista la necesidad de una capacitación profunda de nuestros compatriotas, de modo que esta capacitación se arraigue en nuestro ADN cultural y podamos liderar en masa las empresas del futuro en Paraguay. Debemos aspirar a ser los verdaderos directores del capital paraguayo, no solo en términos económicos, sino también en capital humano altamente capacitado. No debemos conformarnos con ser una fábrica que enriquece a otras naciones. Si bien necesitamos inversión extranjera, debemos invertir en nuestra propia gente, de modo que seamos nosotros quienes proporcionemos empleo a trabajadores extranjeros en el futuro. Paraguay debe ser percibido como un país lleno de oportunidades, no simplemente como una fuente de mano de obra barata.
El gobierno debe tomar medidas inmediatas en este sentido, asegurando que todas las reformas se realicen con la colaboración de paraguayos altamente capacitados y comprometidos con el bienestar de la nación, más allá de intereses políticos a corto plazo. Esto es esencial para el crecimiento, el progreso y la equidad.
El exilio económico ha afectado negativamente a las familias paraguayas, creando nuevas dinámicas sociales. La tecnología, si se emplea de manera inadecuada, puede ser perjudicial, como lo demuestra la adicción a juegos en línea y plataformas de entretenimiento. Sin embargo, si el gobierno dirige adecuadamente esta tecnología, podemos empoderar a nuestra juventud para que tome las riendas de su propio destino.
Paraguay posee los recursos naturales, la tierra fértil y las binacionales que le otorgan una posición privilegiada en la región. Sin embargo, nuestra verdadera riqueza radica en la formación y capacitación de nuestra gente, en la creación de una cultura que fomente la innovación y el espíritu emprendedor. El camino hacia la industrialización de Paraguay debe estar guiado por la visión de convertirnos en una potencia autónoma, capaz de tomar decisiones fundamentales para nuestro propio desarrollo y bienestar.
En conclusión, el proceso de industrialización de Paraguay representa una oportunidad única para forjar un futuro más próspero y autosuficiente. Sin embargo, este camino debe estar marcado por la capacitación, la cultura empresarial y la visión de largo plazo. Solo entonces podremos convertirnos en una nación que no solo produce bienes, sino que también dirige su propio destino en el escenario global.
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